





No cualquier montaña
Julio Serrano Echeverría (Guatemala)
ILUSTRACIONES: JUAN PALOMINO (México)
EDAD 6+
FORMATO: Tapa dura 21 x 26,5 cm - 36 pp
ISBN: 978-9974-883-51-2
ISBN epub: 978-9974-883-50-5
“Las montañas son las líneas de la mano del planeta”.
Con esta frase, Julio Serrano, el autor de éxitos literarios infantiles como Balam, Lluvia y la casa y la colección Cuentos de la tradición oral maya, presenta su nuevo libro: No cualquier montaña.
Escrito en clave poética, No cualquier montaña habla sobre volcanes, placas tectónicas, terremotos, lluvia de ceniza y otros fenómenos naturales, vistos a través de los ojos de una niña que, como el autor, vive en las laderas del Cinturón de Fuego, la cadena volcánica del Pacífico, una de las más activas del mundo.
La voz de Serrano es, como toda su obra, sensible y empática con el lector y con el hecho narrado. A través de su joven protagonista, nos cuenta del asombro que produce la ciencia de los volcanes, pero también, y muy especialmente, del vínculo ancestral de las personas que viven en sus laderas. En palabras del autor:
No cualquier montaña es un poema a nuestra pertenencia al planeta, una carta de amor a esta burbuja de oxígeno y agua. Las montañas son también la respiración de la Tierra, la prueba cotidiana de la herencia más antigua. Te invito a leer en voz alta estos poemas para que la abuelita Tierra sonría.
Ilustrado por el artista mexicano Juan Palomino, el libro alcanza nuevas alturas. Sobre el proceso creativo, Juan nos cuenta:
En el texto hay dos narraciones paralelas, que se tocan de algún modo, pero se mantienen independientes en sus temas y sus atmósferas.
Comienza con una narración de vigilia, sobre la relación de una niña con una montaña, su montaña, cruzada por la mirada íntima, secreta, individual, y por eso casi onírica, de su subjetividad.
La otra es la narración de un sueño, con su realidad simbólica, pero también con contenido científico.
El reto gráfico consistió en decir “montaña”, pero no cualquiera, sino esa, la montaña personaje, muy distinta a una mole de piedras y tierra y plantas y animales. El proceso para encontrar la forma concreta del diálogo entre el texto y la imagen consistió en buscar las formas gráficas que dicen “montaña” sin tener su forma habitual o aparecer de forma evidente.
El resultado es un ensayo visual sobre la montaña, en armonía y en diálogo con el relato. Pasa de la montaña que es un triángulo a la distancia que podemos enmarcar con nuestras manos, al prisma de sus colores desplegados, a la montaña que es un hormiguero, un hongo o una mariposa, a las hormigas que somos para la montaña. Pasa de la serpiente subterránea de la que el volcán es su cabeza, a las raíces y la memoria que la montaña es para la identidad de una comunidad. De la montaña que es una madre para su hija, al lápiz con que la niña hace surgir todas las cosas que dibuja, como un volcán del que surge lo que quema y nutre.
No cualquier montaña es, secretamente, un libro de Ciencias de la Tierra en clave de poesía infantil. Una canción geológica a los volcanes. Un tributo al fuego, a las piedras, al magma, al Cinturón de Fuego del Pacífico, la arteria más grande del corazón de la Tierra, la cadena volcánica que hermana a los pueblos de Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala, México, Estados Unidos, Canadá, las islas Aleutianas, Rusia, Japón, Taiwán, Filipinas, Indonesia, Malasia, Timor Oriental, Brunéi, Singapur, Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón, Tonga, Samoa, Tuvalu y Nueva Zelanda.
Sobre su interés en las montañas, Julio Serrano confiesa:
Mi amor por la geología nació de voces muy diversas. Fuentes como los textos de Plinio el Joven, la poesía y colección de piedras de Roger Caillois, o la inmensa crónica del ganador del Pulitzer John McPhee. Pero también por las maneras de entender nuestra relación con los volcanes desde el Popol Wuj, la tradición oral mesoamericana y los bellísimos ritos al fuego que aprendí con mis maestros en las montañas de la región Ixil en Guatemala. A esto le sumo los documentales del chileno Patricio Guzmán y el alemán Werner Herzog, las pinturas de Vicente Rojo y el Dr Atl en México, la hermosa tradición de la estética taoísta china y, finalmente, las largas conversaciones con amigos geólogos y vulcanólogos, y la memoria física de mi cuerpo subiendo y bajando varios de los 33 volcanes de Guatemala, recolectando ceniza para volverla obras visuales.
Así, casi 15 años de investigación de muchas naturalezas dan testimonio de mi amor por las abuelas montañas y los abuelos volcanes. Me considero uno de sus más fieles nietos y sus voces aparecen no solo en todos mis trabajos sino, constantemente, en mis sueños.
Seleccionado por el Distrito Escolar de Chicago, Illinois, para su Programa Bilingüe 2024.






El animal en la piedra
Julio Serrano Echeverría (Guatemala)
ILUSTRACIONES: ARMANDO FONSECA (México)
EDAD 6+
FORMATO: Tapa dura 21 x 26,5 cm - 48 pp
ISBN: 978-9974-883-55-0
Un poema infantil en 10 estaciones
para reconocernos en el momento
primigenio de nuestra historia
Gruñidos como poemas;
aplausos, suspiros,
agitar de manos como nombres,
miradas y guiños para decir hambre o amor.
Julio Serrano le escribe a los primerísimos abuelos y abuelas, a sus primerísimos dibujos, al primerísimo viaje, y al animal que un día salió de su dibujo en la piedra y sigue al galope en nuestros genes, en todos los corazones. Lo hace desde la poesía, y no solo la de las palabras.
También Armando Fonseca hace la suya con la ilustración, sorprendente y conmovedora, que imprime nuevos significados y recursos estéticos a esta, la historia de todos.
Dibuja en el aire, con un dedo, tu animal favorito.
Dibújate junto al animal,
abriendo los brazos, de palitos.
Desde su primer verso, el libro invita y provoca. Es necesario. El lector está a punto de revivir el viaje que, como Humanidad, iniciamos hace años.
Cierra los ojos
e imagina una cueva,
fuego tronando como abrazo fuerte,
pared silenciosa que espera tu dibujo:
cuaderno abierto.
Dibuja en una piedra al animal favorito,
tus brazos abiertos, otros como tú,
y un jaguar, o un mamut,
al que le dices su nombre.
Haz que el animal se mueva,
agita tus brazos,
respira fuerte y ¡bufa!
Te presento a mi bisonte, se llama Baaaaa
y su cola es de añil.
Te presento a mi jaguar, se llama Gggghheeeee
y sus manchas son de carbón.
Mi nombre son dos aplausos y un aliento fuerte,
para llamarme, sacude las manos y plas plas, ¡jaaa!
Serrano se dedica a la investigación creativa, con especial interés en la identidad, la memoria histórica, la conexión con la naturaleza, las migraciones y el pensamiento desde Mesoamérica. Desde ese lugar escribe El animal en la piedra. En palabras del autor:
Trashumar es una palabra que amo, tiene algún tipo de secreto antiguo, una magia, un poema de una única palabra.
Trashumar: migrar, mudarnos como las ovejas, como las abejas, con las estaciones, con el tiempo, con la necesidad; nos movemos para buscarnos la vida.
Quería escribir un libro que honrara la memoria de todas las personas que caminaron para que tú y yo llegáramos a donde estamos.
Su poesía juega con quien lee y le interpela con frecuencia. Narra, emociona, y también ofrece información: una suculenta propuesta del autor que ya probamos en su anterior libro "No cualquier montaña" (Amanuense 2024).
La ilustración de Armando Fonseca expone el vínculo especial que el artista tuvo con el texto, se apropia de la historia y enriquece la narración con cada decisión creativa: ritmo, paleta cromática, rasgos fenotípicos, artesanía mexicana, dibujos rupestres.
Al ser consultado por su experiencia con El animal en la piedra, Armando nos refirió su historia personal con el jaguar:
Debía dibujar un jaguar para un bestiario, trabajo final de un taller de ilustración. Llegué al día de entrega con las manos vacías, no había jaguar. Me ofrecieron otra oportunidad, así que volví a mi casa, tomé mis materiales y me puse a dibujar.
Debí hacer unos veinte o treinta jaguares, algunos más feroces que otros, geométricos, realistas, abstractos, caricaturescos, pero ninguno me gustó. El jaguar se escapaba de formas que no le eran propias. El sol empezó a salir por la ventana y no había jaguar. Pero el dibujo llega como el viento, como dice esa bella nota del cuaderno de Paul Kle. Casi sin ganas tiré pintura sobre el papel. La mancha comenzó su vida y se transformó en el hombro de un felino. Tiré otra mancha y apareció el segundo hombro, luego las patas, sus garras, el patrón moteado y, finalmente, la cabeza, de humano y de animal.
Sentí en todo momento que estaba pintando un autorretrato.